LOS VALORES EN LA FORMACIÓN DE FORMADORES.
UN ESTUDIO A LOS LICENCIADOS
EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN DE LA UJAT
JUDITH PÉREZ CASTRO
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
Resumen:
La educación en valores se hace cada vez más necesaria en las instituciones de educación superior. Los jóvenes universitarios además de ser formados en su disciplina, necesitan construir un armazón valoral que apoye su ejercicio profesional y que les permita desempeñarse con autonomía, responsabilidad, honestidad y sentido de justicia, entre otras cosas. En esta ponencia, se presentan los resultados preeliminares de la investigación Formación disciplinaria y ejercicio profesional. Un acercamiento a partir de los valores, la cual se lleva a cabo en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
El universo de estudio lo constituyen dos generaciones de la licenciatura en Ciencias de la Educación y, además de los valores, se incluyeron otras dimensiones en donde se indaga sobre las percepciones y la relación que los estudiantes mantienen con el mundo, su país, su carrera, la religión, la familia, los amigos y con ellos mismos.
Estos primeros resultados nos permiten ver que, aunque en el discurso la educación en valores constituye una de las principales preocupaciones de la política educativa, ésta no siempre se hace presente en la práctica cotidiana de profesores y alumnos.
Palabras clave: valores, universidad, profesión, estudiantes.
Introducción Las instituciones de educación superior en nuestro país han sido consideradas el espacio formador de profesionales por excelencia. Se espera que, al terminar la carrera, los jóvenes sean capaces de ingresar al mercado laboral a partir de un tiempo razonable, pero sobre todo que el empleo en el que se desempeñen sea congruente con su perfil profesional. Esta idea, sin embargo, paulatinamente se ha ido transformando, pues los mercados cada vez son menos capaces de generar espacios que absorban la constante oferta de nuevos profesionistas, y estos últimos, a su vez, no siempre están suficientemente preparados para competir y responder a las exigencias de los mercados.
En términos de Elliot (1972), la educación profesional universitaria ha ido debilitando su “compromiso de posibilidad”, esto es, el proceso socializador a través del cual los estudiantes aprenden a adecuar sus expectativas iniciales a las perspectivas reales que les ofrece el campo disciplinario y el mercado laboral. Ante esta situación, se han generado diversos esfuerzos por entender el comportamiento de la oferta profesional, a fin de elaborar propuestas que coadyuven a la formación de mejores profesionistas.
En México, por ejemplo, una de las estrategias más importantes ha sido la reestructuración y flexibilización de los currícula universitarios. Medida que ha tenido alcances nacionales y que busca desarrollar nuevas competencias y habilidades a partir de procesos formativos centrados en los estudiantes.
Una forma distinta de acercarse a este problema es a través del estudio de los valores que los sujetos aprenden a lo largo de su estancia en la universidad. Este es el interés fundamental de lo que a continuación se presenta.
Los valores en la formación profesional El estudio de los valores y la ética profesional constituye un campo que se encuentra en plena construcción en las instituciones de educación superior de nuestro país. La importancia de este tipo de estudios reside no sólo en los elementos que nos otorgan para entender las organizaciones gremiales, sino también porque nos permite adentrarnos a las subculturas estudiantiles y a las instituciones de educación superior desde una perspectiva diferente.
Los valores profesionales se fundamentan en los conocimientos específicos que los sujetos adquieren sobre su disciplina o profesión y que les permitirán desempeñarse adecuadamente en el mercado laboral, pero también se encuentran asentados en la ideología, normas y principios que rigen la acción profesional. Siguiendo a Merton (1957) diremos que el primer tipo de aprendizaje corresponde a la socialización para el papel social y el segundo está relacionado con la socialización de status.
Adicionalmente, las profesiones se distinguen por el énfasis y el cuidado que mantienen en valores como la beneficencia, la autonomía, la justicia, la veracidad, la confidencialidad, la honestidad y la fidelidad, entre otros. Todos ellos les recuerdan a los profesionales que por encima de sus ganancias o intereses particulares, están las necesidades y la confianza que en ellos han depositado sus beneficiarios, usuarios o clientes.
Con estas ideas en mente, nos propusimos realizar un estudio sobre algunas de las dimensiones que intervienen en la formación profesional, a saber, la enseñanza-aprendizaje de los contenidos disciplinarios y la formación valoral. Las preguntas de investigación se propusieron indagar sobre los factores que intervienen en la identificación que los estudiantes mantienen con la institución, el proceso de construcción de la vocación e identidad profesional, los conocimientos disciplinarios y valorales que los sujetos adquieren a lo largo de su formación y la incidencia que estos podrían tener en el futuro desempeño laboral.
Para llevar a cabo el trabajo empírico, se seleccionaron dos generaciones de la licenciatura en Ciencias de la Educación que se imparte en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT). El universo de estudio corresponde a los alumnos de 9º semestre de los ciclos 2001-2005 y 2002-2006. La decisión de escoger a esta población obedece a que estos sujetos son los que están a punto de egresar de la licenciatura, lo que nos permite analizar los valores a lo largo de su formación profesional y además sus perspectivas e ideas en torno al mercado laboral.
Hasta este momento, sólo se ha concluido con la aplicación del cuestionario a los estudiantes de la generación 2001-2005, por lo que los resultados que aquí presentamos son preeliminares.
Características sociodemográficas
En la muestra correspondiente a la generación 2001-2005, tenemos que de un total de 50 estudiantes, el 24% son hombres y el 76% son mujeres, situación que no resulta sorprendente dado que carreras como Pedagogía, Ciencias de la Educación y Enfermería, tradicionalmente han sido consideradas actividades propias de mujeres (Bustos, 2003).
Se trata también de una población que ha tenido una trayectoria estudiantil regular y en los tiempos socialmente esperados, pues, al momento de la aplicación del instrumento, el 6% tenía 21 años, el 68% estaba entre los 22 y los 23, otro 20% oscilaba entre los 24 y los 25 y finalmente el 6% tenía 26 años o más.
Estos sujetos, además de sus compromisos estudiantiles y/o laborales, no tienen en su mayoría la responsabilidad de llevar un hogar, dado que el 86% eran solteros, el 8% estaban casados y el 6% vivían en unión libre. Adicionalmente, el 84% dijo no tener ningún dependiente económico, en contraparte, el 10% tenía a su cargo una persona y el 6% sostenía económicamente a dos.
Los alumnos de esta generación, casi en su totalidad, (92%) son originarios del estado de Tabasco, sólo un pequeño porcentaje proviene de Chiapas (2%) y Veracruz (6%). Esto nos habla de la importancia que la UJAT tiene en la entidad, pues es ella la que absorbe la mayor cantidad de estudiantes de nivel superior, sin embargo, a la par, nos da indicios de su escasa presencia en la región sur-sureste, ya que para los habitantes de municipios tales como Pichucalco, Reforma y Juárez, en el caso de Chiapas, y Las Choapas, Acayucan y Coatzacoalcos, en Veracruz, por la distancia que tienen que recorrer les resulta más económico y redituable estudiar en Tabasco, que en las capitales de sus respectivos estados. Para el caso que estamos estudiando, vemos que la universidad no logra atraer a estos segmentos de la población. Habría, no obstante, que hacer un análisis detallado a nivel institucional, así como indagar más profundamente las causas de este fenómeno.
Los estudiantes de esta generación tienen una formación esencialmente en escuelas públicas. El porcentaje de la población que realizó sus estudios en instituciones con este régimen, está en el 90% para la primaria, 98% para la secundaria y 94% para la preparatoria. Estos datos no son menores, en especial, porque los valores profesionales no son resultado exclusivo de la educación universitaria, sino también de los otros procesos de socialización que los sujetos han recibido en etapas de formación previa.
La estructura valoral de los jóvenes universitarios
La dimensión central de esta investigación la ocupa, por supuesto, el estudio de los valores. Para obtener elementos empíricos sobre este aspecto, se les pidió a los alumnos que escribieran los tres valores más importantes aprendidos en la UJAT y que los ordenaran jerárquicamente. El 50% señaló a la Responsabilidad como primera opción, el 10% el Respeto, mientras que la Honestidad y la Solidaridad obtuvieron un 6% respectivamente. Como segunda opción, el mayor porcentaje 6 (26%) fue para la Honestidad, aunque la Responsabilidad tiene todavía un peso importante (18%), que es seguido por el Respeto (10%), la Tolerancia (8%), la Amistad (8%) y el Compromiso (6%). En la tercera opción, los estudiantes señalaron valores como: el Respeto (14%), la Tolerancia (14%), la Honestidad (10%) y el Compromiso (10%). Esto nos permite constatar que la universidad, además de transmitir conocimientos, continúa siendo una institución fundamental en la formación integral de los sujetos; esto a pesar de lo trillado que nos pueda parecer la frase y del abuso que de ella se hace en los discursos oficiales.
Con la misma mecánica, se solicitó a los entrevistados que señalaran las características de “ser un buen profesionista1 ”. El 20% señaló como primera opción Tener y aplicar conocimientos, el 18% Ser responsable y comprometido, y con un porcentaje de 12% cada uno están En actualización constante, Eficaz y eficiente, y finalmente Analítico, crítico y reflexivo. Los rasgos que sobresalieron en la segunda opción fueron Responsable y comprometido (18%), Eficaz y eficiente (16%) y Analítico, crítico y reflexivo (12%). Como tercera opción, los entrevistados señalaron Analítico, crítico y reflexivo (12%), Creativo (12%), Responsable y comprometido (10%) y Con experiencia (10%). Estos resultados evidencia la importancia que tienen los valores y habilidades cognoscitivas para los estudiantes, elementos que sin duda los ayudarán a colocarse en el mercado laboral, no obstante, al mismo tiempo, reconocen que éstas no son suficientes sino van acompañadas de la responsabilidad, el compromiso, la capacidad de análisis y la eficiencia.
Cuando terminan los estudios profesionales, las personas en mayor o menor medida están conscientes que tendrán que buscar un empleo, que estarán bajo las órdenes de un jefe y que se enfrentarán a las demandas de sus usuarios, beneficiarios o clientes. Partiendo de este supuesto, nos interesó indagar sobre lo que pensaban los alumnos al respecto. Así, para el 22% un “buen jefe” debe ser ante todo un Líder, para el 18% debe ser Responsable y comprometido, y finalmente el 16% señaló que debe Tener conocimiento. Como segunda opción, los alumnos 7 señalaron como características de ser “un buen jefe” ser Responsable y comprometido (16%), Creativo (10%), Motivador y emprendedor (8%), Respetuoso (8%), Comprensivo y amable (8%), Servicial y disponible (8%), Tolerante (8%) y Líder (8%).
En relación con lo que de ellos esperaban sus futuros empleadores, los valores que se mencionaron como primera opción fueron: Responsable y comprometido (48%), Eficaz y eficiente (12%), Creativo y emprendedor (10%) y Honesto (8%). En la segunda opción, se destacaron: Responsable y comprometido (16%), Eficaz y eficiente (16%), Creativo y emprendedor (10%) y Competitivo y productivo (8%). Por último, para la tercera opción, las mayores frecuencias fueron para Responsable y comprometido (10%), Trabajar con calidad (10%), Creativo y emprendedor (8%), Competitivo y productivo (8%), Honesto (8%) y Respetuoso (8%). Aquí, es importante señalar que mientras Tener conocimiento constituye un rasgo altamente valorado cuando se pregunta sobre “ser un buen profesional”, éste sea casi ignorado al momento en se plantea la posibilidad de conseguir un empleo, ya que para esta pregunta sólo obtuvo entre el 2 y el 4% de las respuestas.
En cuanto a la relación y expectativas que de ellos tendrían sus futuros usuarios, beneficiarios o clientes, los rasgos más señalados fueron: Trabajar con calidad (22%), Ser eficaz y eficiente (20%), Responsable y comprometido (14%), Sencillo y amable (12%) y Tener y aplicar conocimientos (12%). Como segunda opción están: Ser eficaz y eficiente (20%), Sencillo y amable (14%), Respetuoso (12%), Buen servicio (12%), Responsable y comprometido (10%) y Tener y aplicar conocimientos (10%). Finalmente, en la tercera opción los estudiantes indicaron: Tener y aplicar conocimientos (12%), Responsable y comprometido (10%), Respetuoso (10%), Ser eficaz y eficiente (8%), Trabajar con calidad (8%), Sencillo y amable (8%), Honesto (8%) y Servicial a la sociedad (8%).
Como vemos, si bien los estudiantes consideran que Tener y aplicar conocimientos no representa un aspecto que sus empleadores valoren mucho, lo vuelven a tener en cuenta como parte de las características que los usuarios esperan de ellos, aunque en un porcentaje menor que en los rasgos más importantes de “ser un buen profesional”. Esto nos podría ser un indicio de la forma en que estos sujetos perciben su ingreso al mercado laboral, en donde, al parecer, intervienen otros factores que tienen el mismo peso o incluso una mayor incidencia que el conocimiento. Estos datos además pueden cruzarse con los obtenidos en otra pregunta realizada en una sección diferente del cuestionario, en ella se cuestionó que si para tener éxito era necesario haber sido un buen estudiante, sorprendentemente el 76% de los entrevistados señalo que “no”.
Por otra parte, cabe destacar que cuando se piensa en los usuarios, los resultados son los que cuentan, pues el rasgo más señalado fue Trabajar con calidad, además de que también aparecen otras características que tienen que ver con el comportamiento y buen trato, como son Sencillo y amable, Respetuoso y Buen servicio.
Para terminar con este apartado de los valores, podemos decir que los resultados de esta investigación indican que nuestros jóvenes estudian fundamentalmente para obtener un empleo, es decir, hay una visión muy realista de lo que esperan de su estancia en la universidad. De esta manera, cuando se les preguntó ¿Para qué crees tú que se trabaja?, el 26% dijo que Para poder aplicar lo aprendido, el 18% Para ofrecer un servicio a los demás, otro 18% Para obtener un medio de sustento y ganancia, el 12% Para desempeñarse ante diferentes situaciones y el 10% dijo que Para ser competitivos y superarse.
Consideraciones finales
La formación en valores paulatinamente se ha ido situando como una de las preocupaciones más importantes de las instituciones. Bien sea porque hay un interés genuino o simplemente para 9 cumplir con los indicadores nacionales, las universidades han buscado incluir en sus planes y programas de estudio asignaturas relacionadas con la ética y los valores. Todavía, sin embargo, falta mucho por hacer.
Los resultados de esta investigación, aunque preeliminares, nos permiten sostener que en el caso de la profesión, el mercado laboral, sus empleadores y sus usuarios, los estudiantes tienen una idea más o menos clara de sus valores y lo que de ellos se espera. Asimismo, tienen claro que los estudios universitarios representan una buena herramienta para lograr la movilidad social ascendente, aunque esto no obsta para que también reconozcan y expresen sus temores en relación con su futuro laboral.
Lo que hasta ahora ofrece un poco más de problema es la relación que estos jóvenes mantienen con la familia, la religión, la iglesia, los amigos y ellos mismos. Por el momento, para nosotros resulta prematuro elaborar conclusiones, explicaciones, sentencias o tendencias, será necesario esperar los resultados de la siguiente generación para ver qué cambios se operan, y también realizar estudios más comprensivos que sean comparables con estudiantes de otras instituciones.
Bibliografía
Bustos, Olga. Mujeres y educación superior en México. IESALC-UNESCO. 2003. Consultado en línea el 25 de enero de 2007. www.iesalc.unesco.org.ve/
Elliot, Philip. Sociología de las profesiones. Tecnos. Madrid. 1975. 165 p.
Hirsch, Ana / Judith Pérez “Actitudes y ética profesional en estudiantes de posgrado en la Universidad de Valencia y la UNAM”, en Reencuentro. Análisis de problemas universitarios. No. 43. Agosto 2005. UAM – Xochimilco. México. 2005. pp. 26 – 33.
Hirsch, Ana / Judith Pérez. “Actitudes de estudiantes de posgrado en torno a competencias éticas y profesionales. Los casos de la Universidad de Valencia y la UNAM”, en Yurén, T., 10 Navia, C. y Saenger, C. Ethos y autoformación del docente. Análisis de dispositivos de formación de profesores. Ediciones Pomares. México. 2005.
Merton, Robert. The student-physician: introductory studies in the sociology of medical education. Cambridge Mass. Columbia. 1957. 360 p.
Pérez Judith. “Lo desconocido de nuestros conocidos. Una breve reflexión sobre las investigaciones de estudiantes universitarios”, en Revista Cinzontle. Publicación cuatrimestral. No. 3, año 1. Septiembre – Diciembre 2005. UJAT. México. pp. 23–26.
Con sus respectivas modificaciones, esta pregunta fue retomada de la Escala de Actitudes sobre Ética Profesional, diseñada por la Dra. Ana Hirsch Adler, para el Proyecto de Investigación sobre Ética Profesional realizado en la Universidad de Valencia, España y la Universidad Nacional Autónoma de México.